Desde que cambié mi compacta por la cámara refléx que tengo ahora, empezó mi verdadero disfrute por este arte (así lo considero yo, un artista fotográfico, entendiendo que puedo expresar emociones, ideas, y a la vez comunicar algo, en definitiva entregar mi habilidad y mi talento).
Antes ya me gustaba, pero este cambio vino a corroborar lo bien que me sentía detrás de mi cámara. Tuve muchas cosas que aprender, y este aprendizaje se hizo muy fácil al ir adquiriendo práctica también.
Me di cuenta que esto me encantaba, cuando me encontré un día muy temprano en la mañana, haciendo fotos para unos amigos, cuando pudiera estar en mi casa, acostado y viendo la tv. U otro día en que muy tarde, me quedé a experimentar haciendo fotos de noche.
Antes, era solo disparar, ahora es mirar por el encuadre, determinar que elementos irán dentro, y en el último momento, disparar.
Soy un encantado por lo que hago.
Desde que preparo mis implementos para las salidas, el día anterior, empieza mi "ritual" de tener todo impecable y a la mano, sobretodo los accesorios de mi cámara.
Y desde este momento empiezo a sentirme bien. Y en mi mente ya empiezan a aparecer las imágenes, según como las quiero.
Estar en la locación decidida,y emprender la tarea en buscar un mejor ángulo, es todo un sistema, en que miro, observo desde diferentes puntos de vista al sujeto, para retratarlo de la mejor manera posible, y de la mejor manera diferente a los demás. Hacer fotografía de calle es otro cuento, sentirme por un momento centro de atención, por mi cámara fuertemente tomada y apuntada, es todo un privilegio, por que puedo retratar mi ciudad. Y a sus habitantes.
Mi disfrute no termina aquí, sigue con el revelado digital, cuando veo todas las fotografías en mi computador, las selecciono, y guardo las que apruebo.
Obturar en el momento preciso, tiene un antes y un después para mi. Un antes que congelé, y un después que veré de ahora en más. Como lo leí alguna vez, robamos un segundo de la realidad, que será para siempre nuestro.
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