La división de encuadre, es una cuestión de proporciones. Provoca cierta respuesta en el espectador, y significa que cualquier elemento en una imágen, crea una división; como, por ejemplo, la línea del horizonte bien marcada. Pero, incluso un objeto pequeño contra un fondo vacio, como un punto, crea una división implícita. Estas divisiones son gratificantes. Implica situar objetos o sujetos, en nuestras imágenes para crearlas, y que permitan una relación definible entre aquellas. Su importancia radica en transmitir una sensación de armonía, algo que no puede parecer completamente obvio a primera vista, sin embargo hay principios físicos objetivos que contribuyen a esta armonía, que en este caso son geométricos, y que producen efectos predecibles.
La proporción áurea, inventada por los griegos, es la más conocida, está basada en pura geometría, y los fotógrafos casi nunca tienen la necesidad o la oportunidad de construirla. Otra proporción es la de Fibonacci.
Además, existen una amplia variedad de subdivisiones que obedecen a un cierto principio interno, y todas ellas tienen el potencial de crear imágenes interesantes. Sin embargo, en la mayoría de las fotografías el único planteamiento lógico es la composición intuitiva.
También, se ha de tener en cuenta que dividiendo el encuadre en ambas direcciones se genera una intersección, que crea una ubicación satisfactoria para cualquier foco de atención.
Bibliografía: "El ojo del fotográfo" de Michael Freeman.