Cada día viajamos en el Metro
desde la estación Bellavista hasta Quilpué, unos días con vagones más llenos
que otros, pero que vale la pena pues el tiempo de viaje corto entre estas
ciudades, compensa el ir de pie o “achoclonados”. Así uno desea ir viajando en
paz hacia su destino.
Pero, esta paz se ve quebrada por
las personas que se suben en las distintas estaciones a cantar, o a hacer
alguna “gracia”, con la finalidad de obtener algunas monedas. Y bueno, son
personas que se ganan su sustento, por lo que entonces entramos en juicios de
valor para decidir qué es lo más justo, si mi comodidad en el viaje, -para eso
pago-, o en el bienestar del cantante al recibir su moneda. Y diferentes
personas podrán tener un juicio distinto, hasta se hacen defendibles cada una
de las posturas. Pero, insisto, yo lo único que deseo, en mi viaje diario en
tren, es ir descansando de un día agotador, quizás conversando algo agradable
con mi pareja, o escuchando canciones en mi teléfono, o simplemente meciéndome
por el vaivén del tren, pero tranquilo.
Ya!, eso es una cosa: los
cantantes y personas que a viva voz muestran su arte. Pero, que se suban los
gitanos, hediondos, medios drogados, y de a tres, eso, ya es algo muy distinto.
En efecto, ya antes había visto niños gitanos, cantando algo muy mal entonado, una
canción gitana de seguro, y después pidiendo monedas en un tarro. Lo de ayer ya
era como muy fuerte, uno de aquellos gitanos, -eran jóvenes-, llevaba una
botella, que en una oportunidad aspiró y guardo en su bolsillo, hablaba en su
idioma con los otros, cantaba algo, pasaba un papel, y pedía dinero. Pero, lo
que más molestaba era que iban muy hediondos, a cuerpo sucio, a humano
desaseado, esos olores que ya uno ha erradicado de su vida, por lo que olerlo
causa una repugnancia terrible, de hecho muchas personas se bajaron del tren,
yo hice lo propio. En el siguiente, para variar, ya iba un tipo cantando
regeton (sic), y del vagón anterior venía un trío folclórico que no pudo cantar
pues se toparon con el del regeton (sic).¿?
Con un poco de rabia por ver mi
viaje interrumpido, entré a la página web del Metro y descargué el “Reglamento
de usuario del Metro”, en el que específicamente se indica:
Artículo 38º
Se prohíbe a los usuarios de Metro Valparaíso:
1. Descender a las vías
e ingresar a los túneles o zonas señaladas como de acceso prohibido.
2. Traspasar las líneas
de seguridad de los bordes de los andenes en ocasiones distintas al
ingreso o descenso del automotor.
3. Traspasar los
torniquetes sin validar el respectivo ingreso o salida desde la zona paga.
4. Impedir el cierre de
las puertas de los automotores o intentar abrirlas fuera de los casos
autorizados.
5. Hacer uso sin causa
justificada de cualquier mecanismo o dispositivo de emergencia
ubicado en estaciones o al interior de los
vehículos ferroviarios.
6. Manipular los mecanismos
de apertura o cierre de las puertas destinadas para el uso
exclusivo del personal de Metro Valparaíso.
7. Correr por el
interior de los recintos de estaciones o al interior de los automotores.
Sentarse en las escaleras de acceso a los
andenes. Sentarse en los bordes de los andenes.
8. Asomar parte del
cuerpo o cualquier objeto fuera de los vehículos ferroviarios.
9. Utilizar aparatos de sonido
o instrumentos musicales de forma que ellos causen molestia
a los
demás usuarios de los servicios.
10. Realizar en recintos
de Metro Valparaíso presentaciones o manifestaciones sin la
autorización previa de la Empresa.
11. Ingresar
a las estaciones, vehículos ferroviarios, o recintos de Metro Valparaíso
ingiriendo
alimentos,
golosinas y/o alcohol.
12. Ingresar a las
estaciones en estado de intemperancia o en estado de ebriedad.
13. Arrojar
desperdicios, escupir u orinar en cualquier recinto de Metro Valparaíso,
incluidos
los automotores.
Por lo tanto, me nacen preguntas
de cómo esas personas, en esas condiciones, subieron al tren. En cada estación
hay funcionarios del Metro que “vigilan” que uno efectivamente pasé la tarjeta
por el lector, acaso no se fijaron cuando subieron los gitanos, y en general,
los cantantes? Claramente en este caso se infringieron dos prohibiciones, pero
nadie se da cuenta de eso? Y bueno, creo que los cantantes y demases, debes ser
archiconocidos por los trabajadores del Metro, por lo que sin duda se deben dar
cuenta cuando ellos suben.
Coincido, con quien piense que si
se sube un artista, mujer u hombre, y cante melodiosamente algo agradable, se
le pueda dar una moneda, pero en todos mis viajes no me he topado con alguno
así.
Bueno, ahora por lo menos tengo
el número de teléfono del metro que aparecen en su sitio web, así cada vez que
pase por lo mismo, me volveré a bajar del tren y llamaré a los teléfonos que
tengo para denunciar este hecho. Nada más puedo hacer.